martes, septiembre 25, 2007

Arrepentimientos


No me arrepiento de todas las veces que le dije que era hermosa y no me creyó, porque lo era y lo sigue siendo,

no me arrepiento de los besos que nos dimos, los chistes que nos contamos ni la inteligencia que compartimos,

me arrepiento sí de todas las estupideces que cometí y en especial de una la peor.

ojalá las cosas de las que no nos arrepentimos se repitan eternamente y ojalá que los fantasmas de las otras nos acompañen toda la vida para no volver a cometerlos.
es imposible negar lo que uno ha hecho o pretender borrarlo de la memoria, porque al hacerlo borrarás también los buenos momentos y con ello parte de tu alma y de tu ser, haciéndote alguien más pequeño. No amiga, no te sacaré de mi vida y nunca perderé la fe en ti, sólo espero que seas feliz y tengas confianza y fe en tu pareja.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De los arrepentidos es y ha sido siempre el infierno.

Que alguien nos quiera dar, además, el cielo, es sólo un truco publicitario.

Mi naturaleza sólo puede saludar la determinación de tu memoria

Saludos y bienvenido nuevamente

peterself dijo...

hola re-cordaris,

recuerdo que eres de los que dicen que no hay que arrepentirse de nada en la vida; yo pensaba igual, hasta que me dí cuenta que hay arrepentimientos que no sirven y otros que sí, la diferencia es si te sirven para cambiar tu vida hacia algo mejor o sólo te inmovilizan y bloquean. Mis errores no pueden anular mi persona ni las dos o tres cosas que todavía puedo hacer bien :)

saludos, gracias por la bienvenida, veremos que pasa con la poesía ahora...

Anónimo dijo...

Sí, tal vez haya dicho eso.

Tal vez haya pensado que es posible demoler esa pirámide, a pesar de su sombra desfachatada y abismante, sombra de mierda.

Hoy me arrepiento a destajo, me arrepiento que da gusto. Me arrepiento hasta que me da puntada en el plexo.

Porque he errado muchas veces antes de acertar. Y cada yerro es merecedor a una cabal penitencia.

El aprendizaje viene por añadidura, aunque no siempre.

Pero no me hagas caso. Arrepentirse sin revolcarse en la autocompasión, sin apelar a la misericordia y recurrir al flagelo, no es arrepentirse de verdad, vamos, es sólo reconocer un error. Ya nada es como antes.

Veremos entonces qué pasa con ella, con la poesía.