domingo, marzo 15, 2009

La Fiesta del Estúpido



Esta semana se cumplen dos años de la última vez que hice el amor. Fui cruel con ella, muy cruel, demasiado honesto pero con dureza, la llevé al límite y por supuesto la perdí. Hace poco perdí a mi mejor amigo, me dejé llevar por la estupidez y de nuevo llevé las cosas hasta un límite. Recuerdo cuando estaba en el último año del colegio y era el niño más bueno del mundo, me sentaba del lado de Dios y miraba con una piedad espantosa a todas las personas. 

Me consideraba muy inteligente, se podrán imaginar. Fue en ese año que me dí cuenta que la inteligencia no bastaba, que no servía de mucho ser un capo en las Matemáticas y el Castellano, que la Física no fuera nada más que un juego entretenido y que tus padres estuvieran felices y orgullosos de tener un hijo que pintara para ingeniero o gran profesor. De pronto descubrí que la razón de vivir y la fuente de la felicidad no se encontraban en la inteligencia sino que podían ser adquiridas por cualquiera, incluso por "los malos", los descarriados y malditos,  como diría un buen republicano temeroso de Dios. Motivado por esa curiosidad decidí moverme hasta el límite de lo moral, para "echar un vistazo" como se dice, con respeto, sin juicios moralistas, pero sin perder mi naturaleza, conservarme limpio, consecuente. Todos queremos ser Han Solo o Charly Harper, cínicos, borrachos, encantadores e interesantes.

Y he llegado hasta este punto, en el límite, y me pregunto si no lo habré cruzado  ya y que la ilusión en la que vivimos ha terminado por engañarme y que ya dejé de ser una buena persona, 

tus hechos te condenan, si es imposible volver atrás, ¿adonde ir? los años pasan y me siento cada día más tonto, y escribo y escribo como un enfermo mental en mis cuadernitos de notas. Y lo más divertido de todo es que tampoco puedo sentir lástima por mi mismo. La vida continua, el acertijo continua.