miércoles, febrero 27, 2008

Encuentros en la Nada



los encuentros fortuitos y casuales con escritores tienen siempre una cuota de misterio, o de hollywood si se prefiere. Tal vez porque son personajes que para nosotros nacen en la ficción de leer. Recuerdo por ejemplo la descripción que hace Bolaño del encuentro con el nobel Octavio Paz, en un parque de Ciudad de México en "Los Detectives Salvajes", o las apariciones fantasmales de Martin Amis en su novela "Dinero". La cosa es que hace un par de semanas me encontraba cenando en familia en el recién estrenado departamento de mi hermano y, cuando ya el fragor de la conversación familiar me tenía al borde del silencio, me ofrecí de voluntario para ir a comprar cervezas a la esquina. El barrio es el mismo en el que crecí y lo constituyen un sinnumero de pequeñas callecitas llenas de casas y pequeños edificios y plazas y pequeños almacenes donde los mismos dueños te miran la cara de desarreglado adolescente aunque ya tengas casi 40 años. La noche era de estas noches de verano que son tal vez lo mejor que se pueda desear en la vida.

En una esquina, al girar me encuentro con Erick Polhammer, reputado poeta de los ochentas y de quien leí en la Universidad un excelente poema llamado "Los Helicópteros" pero que poco y nada más llegó a mis manos después, siendo más famoso por sus roles de jurado-bufón en un programa de la televisión local de mediados de los ochenta y noventas. Pero como a mí nunca me ha importado mucho qué es lo que hace un escritor de su vida mientras no se ponga a hablar de literatura, apuré el tranco para ver si caminaba a su lado una cuadra o dos y, quien sabe, tal vez decirle que su poema me había gustado mucho hace ya casi 15 años. Pero cuando estaba por alcanzarlo y ya dimensionaba su enorme figura en un chaleco a rombos, coronada por su semi-calva pero siempre melenuda y rizada cabeza (todo un personaje, aunque sea yo el que lo esté diciendo) hizo algo bastante extraño.

Pasamos junto a un poste del alumbrado, y en él estaba pegada una hoja de papel, con algún texto y la foto de un cachorro extraviado, como es común que los niños las coloquen por el barrio cuando sus mascotas se escapan de casa; en un movimiento brusco, el escritor la arrancó de golpe y la llevó hasta su cara. Yo pensé que tal vez la analizaría como un objeto literario o algo así, la guardaría en su bolsillo o tal vez trataría de colocarla de regreso en un árbol o una muralla. Sin embargo la hizo mil pedazos en un arranque de ira y la arrojó con violencia en el siguiente tacho de basura que topamos.

Bastante sorprendido e intrigado aflojé el paso y lo seguí, hasta que lo alcancé en la esquina y me paré a su lado, en su rostro no quedaba nada de enojo, de hecho no quedaba nada de nada, ni ironía, ni cansancio, ni satisfacción o al menos resignación, era plano, neutro, parecía sacado de una revista. Cruzó con luz roja, se perdió en la oscuridad más allá de la botillería; al otro lado de la vereda una pareja de adolescentes se besaba, por lejos mucho más interesante...


5 comentarios:

Anónimo dijo...

que chistoso, ese tipo vive o vivía cerca de mi casa... (allá donde nadie llega ;))
como era una persona mas del barrio debo decirte que siempre fue así, con un rostro neutro, una especia de mirada al mas allá sin destino cercano.

me hace sentir un poco extraña no conocer nada de peter self, teniéndolo muchas veces a solo un metro de mi. es una pena que no lo conozca ni un milímetro.

pero sabes, que ese mismo día cuando iba a la casa de un amigo en común (jiji) vi en la ciclo vías de antonio varas a nicolás lópez!!! el director de promedio rojo!!!

mmm ahora que lo pienso no sé si fue el mismo día jejejeje

;)

peterself dijo...

unos días después vi como Merken lo entrevistaba (Warnken, pero así le decimos de cariño)y hablaba de la espiritualidad y el budismo y otras cosas con un tono muy lejano y perdido en la montaña... supongo que estará en planes de alejarse del mundanal ruido.

Peter Self no es el mejor sujeto para conocer (ya estoy hablando como Zamorano), ensimismado, borracho, aburrido. Anda por ahí en bares escribiendo en sus libretitas. Un poco obsesionado con la soledad del hombre moderno y con mucha más información de la deseable en la cabeza.

un saludo anónimo

no he visto Promedio Rojo, tengo mis resistencias con el cine nacional... :P

Anónimo dijo...

o será que peter self no deja que lo conozcan ;)

suerte

Anónimo dijo...

Los encuentros con la literatura no tienen nada de misterioso, vaya, son sólo una maldita casualidad.

Bueno, tal vez encierran el misterio de la casualidad, que no es poco.

Lo que sí es cierto es que Helicópteros es un buen poema y que Polhammer debió dedicarse a otros menesteres distintos a juzgar artistas frustrados y con problemas financieros. Pero bueno, yo también debiera dedicarme a otra cosa y nadie debiera condenamre por ello. De alguna forma debe uno llenar el estómago sin perder demasiado la dignidad o el tiempo.

Conocer a Peter es encontrarse con la literatura, lo que como ya dije, es una maldita casualidad. Tampoco es tan difícil... Hay que darse una vuelta por algunos bares de Santiago o buscar una pajarera descomunal.

Saludos, Peter. Me alegra que (nuevamente) estés de vuelta, aunque sea con una crónica.

peterself dijo...

claro anónimo, un poco de eso hay. Prefiero ser sombra que observa que estrella de cartón.

Muy acertado, Re cordaris. Aunque sí creo en lo misterioso, el encuentro en sí es pura casualidad, incluso lo que suceda en él; la construcción de ese encuentro en nuestra cabeza, esa es misteriosa, porque el escritor tiene una imagen espectral y literaria en ella.

veremos que sale en el futuro, si es que tenemos alguno :)